Este año hemos decidido visitar Uzbekistán, y hemos escogido hacer “La ruta de Samarcanda II” (la mas completa, 15 días) con Catai, un viaje en grupo organizado en el que están incluidas visitas, hoteles y todas las comidas.

El vuelo lo hacemos con Turkish Airlines haciendo una escala de 6 horas en Estambul. El vuelo Madrid-Estambul  la verdad es que estuvo muy bien, la comida bastante buena y la pantalla de entretenimiento muy completa con un montón de películas en castellano. Llegamos sobre las 17:30 a Estambul, y el aeropuerto es bastante grande así que pasamos unas 5 horas por allí tomando alguna cerveza y cenando en uno de los muchos bares y restaurantes que hay por allí. Dos semanas antes de ir nosotros, en ese mismo aeropuerto hubo un atentado suicida que causó 41 muertos y 239 heridos, así que por exceso de precaución evitamos pasar cerca de los controles de seguridad al exterior (donde fue el atentado).

Sobre las 23:00 comenzamos a embarcar y con el avión completo a punto de despegar, el piloto nos dice por la megafonía que por cuestiones de seguridad tenemos que bajarnos del avión. No nos dieron ninguna explicación, simplemente que nos quedáramos en la puerta de embarque hasta que nos avisaran (… nunca nos avisaron).

Llamamos al teléfono de asistencia de Catai: no tenían ni la mas remota idea de lo que estaba ocurriendo, y simplemente nos decían que ellos no se hacían responsables, y que teníamos que solucionar el problema nosotros directamente con Turkish. Fuimos al mostrador de Turkish: nos decían que no sabían nada y que esperáramos en la puerta de embarque. Así estuvimos un rato, llamando, preguntando, investigando, hasta que en Turkish nos dijeron que el aeropuerto estaba cerrado, que se habían cancelado todos los vuelos, y que no sabían cuando se iba a restaurar la normalidad. Nos parecía tremendamente extraño que el aeropuerto internacional con mas transito de Europa cerrase, así que en ese momento encendimos el 3G de nuestros teléfonos móviles y nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo: Un golpe de estado en el país.

Vuelos cancelados

Vuelos cancelados

El pasillo en el que nos desembarcaron se estaba vaciando, así que decidimos volver a la zona de duty free para lo que teníamos que cruzar un control de seguridad (desembarcamos en la zona de llegadas). El descontrol empezaba a palparse al ver que a algunos de los pasajeros de nuestro vuelo les dejaron cruzar con el billete ya cortado (el resguardo que te dejan al embarcar), pero a nosotros no nos dejaron cruzar. Conseguimos reimprimir los billetes pidiendo el favor a una de las personas de Turkish (de los pocos que quedaban, ya que iban abandonando los mostradores), y con el billete completo ya pudimos pasar a la zona de salidas.

Para poder llegar a la zona donde están las salas de espera tenemos que pasar cerca de las dos entradas donde están los controles de seguridad al exterior (y donde tuvo lugar el atentado dos semanas antes), y cuando estamos a punto de pasar por la segunda entrada, oímos unos estruendos (luego supimos que fueron disparos) y cómo la gente comenzaba a gritar y a correr muertos de miedo en dirección contraria. En ese momento lo primero que se te pasa por la cabeza es un ataque terrorista, e instintivamente comienzas a correr y correr lo mas rápido y mas lejos que puedes de las puertas de entrada. Gente que se caía al suelo, otra que se escondía debajo de los mostradores del duty free, o que intentaban meterse dentro de armarios donde no cabía nadie más porque estaban atestados de gente escondida. Los disparos cesaron pero el miedo de la gente no, y cada pequeño ruido que había en el aeropuerto (a veces eran disparos en la parte exterior y otras veces un simple niño jugando) provocaba estampidas de cientos de personas.

Buscamos una de las salas de espera desde la que tuviéramos una vía de escape a las pistas de aterrizaje, y estuvimos en ella mas o menos una hora. Una hora con los 5 sentidos al 100%, registrando cada sonido, cada imagen, sin ir al baño, sin comer ni beber nada, no queríamos perder ni un segundo porque sentíamos que en cualquier momento tendríamos que escapar. Todos los medios de comunicación decían que la situación ya estaba controlada, pero nosotros veíamos por la ventana cómo se manifestaban los civiles en la pista de aterrizaje (algunos de ellos con fusiles y subidos en camiones). En ese momento empiezas a mentalizarte que tu única vía de escape tampoco va a ser segura.

Salimos al pasillo para ver lo que estaba ocurriendo (y para alejarnos de las ventanas, al ver los fusiles fuera) y mientras caminábamos hacia el fondo, vemos cómo la gente comienza a gritar y a correr en sentido contrario, hacia nosotros, mientras detrás suyo vienen un montón de turcos dando gritos, con banderas a la vez que por la megafonía del aeropuerto lanzan consignas en turco. Echamos a correr de nuevo y nos escondemos en la sala donde estábamos hasta que pasan de largo, ya que no queríamos ir hacia donde se habían escuchado los disparos iniciales (aún no conocíamos la causa).

En ese momento sentíamos que el aeropuerto era una zona de libre tránsito, el personal del aeropuerto había desaparecido (excepto alguno del personal de limpieza que estaba escondido como nosotros), los duty free habían cerrado y no había control de seguridad, así que podía entrar y salir cualquier persona. Era inevitable pensar, aunque preferías no hacerlo, que incluso podían aprovechar los mismos que atentaron hace dos semanas y provocar el caos en la zona internacional.

Pasados unos minutos parecía que la situación era estable (no se veían manifestantes ni dentro ni fuera), por internet, que era nuestra única fuente de información, vimos que los civiles que acababan de entrar en el aeropuerto habían conseguido echar a los militares que estaban dando el golpe, así que nos sentamos algo mas tranquilos en la sala de espera. Escuchamos un caza sobrevolando el aeropuerto y nos asomamos a la cristalera para poder verlo, cuando en ese momento se oye un misil que impacta directamente en el aeropuerto, haciendo temblar el suelo y la cristalera de mas de tres metros de alta desde la que mirábamos (Después nos enteramos que acababa de aterrizar el presidente Erdogan en el aeropuerto y el misil iba dirigido a él). De nuevo echamos a correr en dirección contraria a cualquier cristalera que diese al exterior, y buscando un lugar lo mas subterráneo posible para evitar un segundo misil. Bajamos unas escaleras y comenzamos a oler a quemado y a ver un montón de humo, así que corremos de nuevo en dirección contraria.

Vemos que la zona mas baja del aeropuerto y la que parece tener un techo mas solido es donde se encuentra el hotel, lo malo es que la zona es una ratonera, la única vía de entrada y de escape son unas escaleras, por lo que sería imposible huir si alguien accede por las escaleras. Aún así, tras oír varios cazas rompiendo la barrera del sonido (lo cual genera una bomba sónica muy similar a una explosión), decidimos quedarnos allí. Durante unas dos horas estuvieron pasando continuamente cazas, y estuvimos oyendo explosiones y cómo se rompían cristales. Cada explosión que se oía, la gente gritaba y corría despavorida. Los minutos se hicieron eternos, con el miedo de que la lucha por el poder se trasladara al interior del aeropuerto, que cualquier terrorista entrara en la zona internacional, o de que nos alcanzara uno de los misiles. Aproximadamente a las 5 de la mañana dejaron de pasar los cazas, y cuando salió el sol parece que la situación “se normalizó” (llamando normal a no tener la sensación de que tu vida corre peligro). Nuestro cuerpo nos obligó a descansar un poco y dormir en el suelo del pasillo del hotel hasta que nos atrevimos a salir a la zona de duty free.

Intentando descansar en el pasillo del hotel

Intentando descansar en el pasillo del hotel

El aeropuerto se convirtió en la selva, con miles y miles de personas buscando una forma de salir de allí, y donde únicamente había un mostrador con unas 3 personas de Turkish. No había colas, simplemente era una “bola” de cientos de personas aplastándose unos a otros, intentando conseguir un billete (ni siquiera nadie te aseguraba que esa “cola” fuese para cambiar el billete).

Volvimos a intentar llamar al servicio de asistencia de Catai, y tras mucho insistir nos comentan que hay un vuelo a Taskent que sale a las 7 de la tarde que podemos coger, pero que Catai no puede hacer nada, que tenemos que ser nosotros los que consigamos el nuevo billete directamente con Turkish (entrando en ese tumulto de gente). Intentando conseguir algo de información en el aeropuerto, una persona de Turkish nos comentó que si el destino era el mismo podíamos ir con el billete antiguo directamente a la puerta de embarque del nuevo vuelo y nos dejarían embarcar (agradecimos en ese momento tener el billete completo y no sólo el resguardo). En este momento, decidimos que si veíamos cualquier vuelo hacia España lo cogeríamos, pero uno tras otro se iban cancelando. Nuestra agencia de viajes nos recomendó que en esta situación lo mejor era salir de allí aunque fuese continuando hacia Uzbekistán y una vez allí decidiésemos si volver a España (Nos insistían en que no teníamos visado de Turquía, aunque luego averiguamos que lo podríamos haber sacado allí mismo). Al final decidimos esperar al vuelo de las 7 de la tarde y presentarnos allí con los billetes antiguos.

En los paneles informativos veíamos como el vuelo se va retrasando, de las 7 a las 9, a las 10, 11… Lo que menos queríamos era pasar otra noche allí. Finalmente montamos en el avión a las 12 y media de la noche (por los pelos, casi no nos dejan embarcar porque el vuelo iba lleno). Turkish no tenía reservadas plazas para todas las cancelaciones, aunque luego averiguamos que Turkish estaba fletando vuelos sin informarlo en los paneles.

La liberación que sentimos al despegar no se puede describir, pero no nos dormimos hasta que vimos en el mapa que el avión había salido de la frontera turca.

 

[Todas las etapas de la ruta y el mapa completo en: https://www.adictosaljetlag.com/index.php/diario-de-uzbekistan/]